Decir que tenía un no sé qué es una forma reducida pero muy efectiva de referirse a lo blando del deseo cuando impacta con cualquier cosa que pudiera, llegado el caso, hacer sentir una certeza de algo, en alguien, con uno al lado. Algo, aquí, es un no sé de coyunturas y persuasiones varias pero cuando no señalaba, su dedo índice derecho era introducido en reiteradas ocasiones en sendos orificios nasales de su propia nariz y, como se dice y como si se estuviera escarbando el oído, arrastraba hacia afuera ese moco de color intermedio entre el verde musgo y el verde tenis que le dicen. Poseía la muchas veces practicada costumbre de medir la velocidad de la salida de ese moco como se dice fosilizado con el impacto en cualquier lado digamos. El moco quedaba pegado en el mismo dedo índice y era sometido a un proceso de digamos ablandamiento, en forma de vaivén, donde era de suma importancia la ayuda del dedo gordo de la misma mano, que hacía las veces de palo de amasar y contra palo de amasar. Esto duraba segundos y casi que no se daba cuenta de lo poderosa que era esa imagen. Lo de poderosa es un decir, pero igual lo hacía y después, impune literalmente, esa especie de moco arrollizado se lo metía en la boca y con seguridad que ahí estaba el punto alto de su placer: Sentir la consistencia de eso que andá a saber qué era. Escuchaba Duran Duran, aún, y hasta dijo haber asistido al recital que penosamente dio la banda inglesa en la cancha de #Newells, cuando un peso era un dólar. Decía que había sido la euforia lo que las chicas inglesas no entendían, el cómo de ese estallido natural, el por qué del por qué no importaba nada y sólo era la euforia lo que, decía, enloqueció de envidia al vocalista de #DuranDuran cuando éste junto con su banda vinieron a América del sur a dar recitales. Aquí se puede dudar, hay miles y millones de argumentos en contra, y después de todo fue en Inglaterra donde empezaron las primeras pruebas de antidepresivos, justo cuando era el auge de esta banda, que el que se comía los mocos con tenacidad férrea y tenía un no sé qué dijo haber visto cuando rondaba los 15 años. Acabó mares, me regaló #Trenesrigurosamentevigilados y no lo vi nunca más.

Comentarios

Entradas populares