Inefable en todos los sentidos, jamás bajo forma alguna pudo el puto vincular a un presente la dulzura de, como se dice, desapropiarse al menos un ratito de todos los entredichos cuyos filamentos fueron templanza, dicha y prestancia al principio pero que luego, inefable en todos los sentidos como es el puto, dramáticamente desprovisto de herramientas, utilizó como Beelzebub hizo con esa pobre gorda que hasta ratas, sapos, lagartijas y serpientes vivas le hizo comer. Húmedo siempre, el puto inefable, como una gran parte de la humanidad, sospecha de los morochos petulantes pero especula en un espejo donde los remaches y los chillidos de la injusticia que dice haber vivido -y que quizás vivió-, de alguna manera que aún sabiendo no propia ansía legítima, le proporcionen los recintos donde las admirables personas, como se dice, de buen pensar, sigan porfiándose en decir y pensar que Beelzebub, como el arte, viene de afuera de ustedes.
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