“Para serte sincero”, le dice, “no puedo decirte que no tengo ni la más mínima idea de lo que estoy haciendo; pero sí, te digo, está difuso lo macro y, como lo micro no tiene, al parecer, ni fondo ni fin, no es la pérdida del sentido de la acción que se entiende por un hacer lo que me preocupa, sino que, más bien, –y no es que quiera que suceda, sino todo lo contrario-, le dice, cada dos por tres la veo a ella y tengo la leve sensación que todas las películas de zombies son tristes y despojadas de todo lo que podría ser, llegado el caso, una nueva manera de renovar la magia. Hacer cualquier cosa por salvarse el humor es lo que ella no quiere”, le dice, “prefiere el reaseguro y el riesgo controlado del soborno económico-emocional, le dice el juez de corte suprema que, en la cama”, le dice a un joven ingeniero que renuncie antes de asumir. Aún no sabemos qué sucedió.

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