Viendo a los putos ejercer, sentados como echados en un banco del mirador del Parque España, viendo a los otros cómo otros ejercen presión sobre su propio ojete y/o el ajeno, el miércoles pasado, a la siesta, un puto de la logia triste le dice a otro miembro: “Todos decían que Minerva era una mala persona. Incluso vos y yo sabemos que sí. Pero no tengamos en cuenta lo que cualquiera de éstas llaman y claman porque eso se llama, para estas, maldad”. Un suspiro. “Minerva tenía algo, miranos sino. Pero la maldad es otra cosa”, dice el otro puto, “hay gente quebrada en cuatro a la que le dicen que es buena y sin embargo ahí sí opera la maldad, donde te quebraste se abre el camino y ahí decidís, no antes”. “Me perdí”, le dice el puto. “Mario es una mala persona”, dice el otro puto. “La mujer de Miguel”, dice el puto. “Miguel es mala persona, Çhiqui es mala persona, Roxana es mala persona, mi madre, tu hermano; pero no Minerva”, dice el otro puto. Aparece algo en el parque, un correr de piernas, alguna inexplicable flexión, algunas huellas que surcan, ojeos de poco fragor. No se escucha nada, sólo el estar de esa gente, ahí, viendo a los putos ejercer, en la siesta del miércoles pasado. Y, otra vez, algo viene. Lo primero que se pierde es el sabor. Sin embargo, en relativos momentos de frecuencia continua, algo así como una reverberación interna siempre del tipo melancólica aparece. “Entiéndase bien que la melancolía es una palabra muy abusada hoy”, decía Minerva. “Mejor que resuene y que se desparrame como algo que estuvo ahí”, decía, “como detenido, y sin embargo”, decía Minerva, “relativamente feliz”. Lo segundo que se pierde es el tacto. Hay una nueva definición para lo áspero durante esta pérdida. Hay una en algún lugar extraña sensación de humedad seca cuando se recorre la piel. No se la puede nombrar con una específica palabra, con una precisa instancia al menos que la rejunte en algo para poder ser, como sea mencionado. No hay aún. Sin embargo, es lo que va entre la niñez y lo que viene después. “El resto es olvidable”, decía Minerva. Entonces, algo pasa.

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