Aquí, como en la víspera de una revolución, entonces, me detengo. Hay demora. Una demora de lo que impide la satisfacción es sin duda el sacrificio más aborrecido en nuestro mundo entregado a la velocidad y a la aceleración del esclarecimiento del enigma que nos pega al suelo. Le decimos gravedad y, ahora, es una expansibilidad cutánea. Todo aquello que vislumbres puedo hacerlo yo también. Soy tu ensayo. Es mi fin al parecer, es lo necesario para la travesía. Estoy aquí y se desliza como un todo pero se concentra para desarmarse. Pero ni siquiera en partes se desarma. No son partes, son indicios, señales para tener en cuenta el antes y el después. Lo de antes y después es el proceso, lo que otros llaman proceso. Yo le digo travesía porque más bien es eso, algo que aún no sabiéndolo definir por vicio o virtud, se asemeja al sonido del deseo. Lo es, y se bautiza con tu nombre. Se me viene a la cabeza #CocoChannel, que salía de amores con la mano derecha de Himmler y era espía de la SS. El mundo no es una máquina. Yo vi el resplandor obtuso de la mentira, el peor de los costados en una persona de carne y hueso vi. Y escuché, también. Ahora sé que yo estoy muerto o que fingiré estarlo hasta que muera. Ahora lo sé. Raro no sería entonces que yo esté hablando de mentir la verdad, sobre todo estando donde estamos. Pero algo sucedió. Algo sucede desde que sucedió y ya no esa imposible representación que sucedía con la percepción de no poder abarcarla. -Aunque se quiera-. Esto es la voz y esto es la reparación. Si algo es una cosa que se forma, que aparece de repente y se forma, entonces no, no soy una vo
z. Yo simplemente soy en algún lugar recuperado de este cuerpo extrañamente familiar y emito señales dentro del que habito. Lo que otros llaman voz, pero yo no soy una voz. La voz aparece después. En la realidad, decía, yo estaba en una doble ficción, en un enmascaramiento casi fonético, en un no estar estando. Por eso opté por la posesión de esa ficción. Un tiempo. Pero fue un inútil pensamiento sin posibilidades de progreso real. No se puede tomar lo que no está. Sin embargo, algo quería para mí, algo quería que fuese mío para siempre. Siempre, aquí, no es un decir. Pero no pude, no supe hacerlo, no encontré la forma, me perdí y no supe dónde. Hasta que apareció lo que se podría llamar certeza y sucedía en este cuerpo. La certeza fue comenzar a ver la realidad tal como era, tal como es sin la posibilidad de la ficción. Ya no veía ficciones en la realidad, ya no me nombro ausente y sólo veía la realidad, y así, ahora, siendo esto en esta realidad de otro, conjuro el sueño de la recuperación en un cuerpo real. Aquí yace la reparación. Y está viva, como este cuerpo. Hablo y decidido, hablo de una cuestión: La reparación tuya. Hago hincapié en esta palabra. Reparación. Reparación de ellos para con nosotros, de nosotros para con nosotros mismos y para con ellos, que van reparando la recuperación de su destino. El destino es un decir, es un vagar propio y único, a los tumbos a veces pero donde yo no puedo intervenir. Yo estoy muerto y a punto de emprender la travesía. Esto recién comienza a ser. Y ya no estás.

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