Lo interno que sé, que está, que es y que tengo, te dice la voz, y lo externo mío es, te dice a voz, una herramienta equivalente a la mano que con sus dedos sostiene la birome, el bolígrafo o el lápiz con el cual uno escribe, te dice, en un papel cualquiera, lo que de dentro viene hacia el afuera de este plano de realidad. Lo que miro a través de mis ojos, te dice, se cubre de emoción más que de significación. O al revés. Aún no lo sé, te dice, pero siento una ventolina que me empuja y puja de adentro hacia fuera y viceversa y, en movimiento inestable (+), me encuentro con un trabajo propio que sólo yo, te dice, puedo realizar y realizarme con la forma que yo tengo (o tendría) para saber quién soy, te dice pero no te devela su herramienta sino que te deja para que ahondes en tu propio sistema no dogmático cuya práctica permanecerá en la residencia de un devenir auténtico, es decir, tuyo, unificado en lo múltiple.

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