Sólo es necesario concederse, tanto para con uno mismo como para con los demás que, a primera vista, hay dos libertades que, sí o sí, hoy por hoy, tanto en esta virtualidad como allá y acá, donde somos carne decía, hay dos libertades que muchos la inventaron como lo auténtico: la primera libertad es que el mundo macho no es ni lo que se opone al universo femenino -porque acá la mujer no está. La segunda es sobre nosotros, los varones y nuestra carne. Hay una tendencia, fuerte como la cocaína de Empalme Graneros, a que la carne del macho ha de moldearse bajo un canon irreal y simétrico para ser dura y fuerte como a quien le da vida y forma. Esto es mentira. Tanto como quien dice higienizarse porque no hay que oler mal. El mal es otra cosa, y sí, también hay gente mala acá. E idiota. Pero también habemos maestros y aprendices. Esto último puede estar en un mismo macho, enceguecido o no.

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