Comérsela doblada es ser perjudicado sin protestar. Pero no acá, donde con determinación se usa como técnica cuando una pija ingresa a una cavidad bucal. Una pija de, más o menos, dimensiones considerables. Esto es un decir, ni grande ni chica la pija sino más bien impulsada y comida de forma correcta, acorde a la acción. Algunos lo saben de nacimiento esto (o tienen mucha imaginación), otros aprenden; y a la fuerza, más de uno. El impulso y la destreza de movimiento es importante, para los dos; sobre todo para el dueño de la verga sobre la boca del receptor que, ingresada aquella y una vez superada la lengua (órgano catador), el paladar (blando, que le dicen), y teniendo mucho cuidado con la úvula y la amígdala, se debe lograr así la curvatura, el encaje carnoso, y llegar así a tener la sensación deseada, la de estar comiéndose una verga, pero doblada. El problema, a veces, es la epiglotis, las cuerdas vocales y la tráquea. Aquí sí se hace mención al tamaño y hasta la tráquea puede llegar un vergazo mal comido o mal envestido y, cuando menos, se puede generar un vómito que, dicho sea de paso, lo arruina todo. Las arcadas son parte del juego, así como, también, más de uno, a veces, utiliza el dedo índice y medio de su mano derecha para tapar los orificios nasales de quien se la está comiendo doblada, generando de este modo un ahogo que más de uno sostiene hasta que los lagrimales de los ojos rebalsan y expulsan la cabeza hacia atrás, dejando libre el pito comido para, segundos después, seguir comiéndoselo. Expertos han llegado más lejos, superando las barreras de la comida e innovando en el movimiento serpenteante y arrasador de una verga enorme. Lo llaman “La iguana” y, con paciencia, parece, casi en el esófago, se consigue la forma de ese animalito.
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