No es que vayas viendo los errores, dice el puto que grava, simplemente es que vas viendo. Sólo eso, vas viendo como quien no quiere la cosa al principio, digamos, como quien viendo no da cabal, ni carta franca. Pero siempre queda, dice, una vibración cargada que puede suceder, o más bien, que hace que veas los sucesos que resplandor mediante, dice el puto, despleglándose tan ampliamente que los vas viendo, así, como si todos fuésemos capaces de escribir y de manejar un tractor, dice, como una lenta, y a veces casual, dice el puto, cadena de pequeños datos que porque sí, dice, te saltan porque sí. El sacrificado empeño de empeñarse, como quien dice, al soberano pedo, al flato que del culo sale. El culo es un principio, y ejemplos, dice el puto que grava, hay miles: la identidad ajena como propia, la misma identidad como fulgor genético, Florencia de la V, Florencia Peña, su hija Florencia -fea y adientada-, las listas de La Cámpora, todos esos juntos quienes vanamente alimentados a pequeñas o grandes usuras, dice, no tienen absolutamente nada que olvidar, dice el puto, porque el pasado es para ellos la imagen (poco probable) de padres como cisnes con antorchas de furia. Por eso, dice el puto, son como los judíos, pero con mucha tierra y menos protocolos.

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