Sirve de cuerda o de látigo y no es ninguna novedad. Cualquiera de sus nombres hace sombra llegado el caso. El caso es un tema importante y no menor cuando se deja a la sorpresa ser barata con el fetiche. El fetiche es un decir y no nos cimbreemos. No hay necesidad de ninguna deriva ya que no hubo gruta, hendidura, grieta, pozo, injuria, borde, ensueño político, falacia o vehículo motor del después que no haya sido brillante de nervios dilatados entre el límite, el centro y la alucinación tangible de lo echado. A Mauricio M. lo habían enguascado. Entero y por pedido de quien había prometido espesor táctil y escroto cuadrado. Las promesas son las ventosas de nuestra fe. Y la de Mauricio también, que llegó reestructurado como un faisán a la oficina de la concejala Laura Weskamp, la mañana siguiente, donde se la pasó transcribiendo un proyecto sobre la posibilidad de un test de Narcolemia, todo enguascado y sin bañar.
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