En un papelito escrito a mano, en imprenta: “Todo esto comenzó cuando intenté olvidarte. Pero es mentira. Esto, si lo pienso tal y como lo pienso ahora, cuando ya no estás, tiene más ínfulas que intención. Ahí no entrás. Son las palabras las que porque sí una vez dejaron de creerse como quien dice, se desnivelaron del estante donde estaban más o menos siempre inquietas, se encajetaron. Espantosa metáfora para decirte que no era a vos a quien extrañaba sino a las palabras, a ése resplandor extrañaba que parecía no combinar con absolutamente nada de lo que, por decir, ofrece el cielo todos los días. Ladrillo con ladrillo. Un ejército de protones y neutrones no bastan para la definición de esto, que implicarás como tuyo a menos que ya me hayas olvidado antes y, táctil, ya nada de esto te interese porque, no está de más decirlo, nunca fui un río para vos, sino apenas un cauce, un rastro, una tierra que quizás no existe, como la 5ta. Avenida, como #BuenosAires, como la cláusula que afirma la coherencia”.

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