“Ahora lo veo de cuerpo entero desde aquí”, dice #AndrésLetonia, “y veo también su forma de mirar esos barriletes de formas desproporcionadas que están allá, y lo sigo viendo a él como quien no necesita absolutamente nada más que eso. Mirar cómo él está ahí con el circundar de barriletes y yo estoy aquí, como si algo estuviera sucediendo. Mi vanidad se indisciplina y nada puedo decir de estas cosas pero lo de algo se parece a esas canciones que narran, que se escuchan sintiendo un cómo del suceder, como un tejido de confianza. En una hora estaré sin fuerzas, pero ahora detengo la mirada en sus hombros y siento una manifestación. Ahora todo funciona. Ahora transito en lo apacible. Ahora disfruto el temple, lo dócil. Y ahí está él. Doy unos pasos, me acerco a algo. Tantos años de lo otro. Como si el sol de esta tarde de sábado dispusiera el tono de su ardor y me proporcionara las coordenadas para desclasificar la claridad del sentimiento lo miro desde acá. No me estoy mirando. El olor es espontáneo y es el centro de todo. No quiero saber nada de lo que ha de ocurrir. La menor dispersión posible para darme cuenta que lo de retener no forma parte de una posible presencia que se proyecta, sino más bien es la denotación de lo exacto de un bienestar que no persigue permanencia sino estancia.”
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